LUCRECIA
GONZÁLEZ VALIENTE (1918 – 2015).
A
continuación les dejamos un interesante testimonio compartido por Tamara
Jovanka Castillo Contreras, nieta de esta gran titiritera, integrante de la “época
dorada” del Teatro Guiñol de Bellas Artes.
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Eduardo Contreras (1914 - 1986) |
“…Ingresé
al teatro gracias a que conocí a muchas personas del medio teatral
que también
conocían a mi esposo, Eduardo Contreras. Conocí a Emilio Carballido, que era
muy amigo de Eduardo, a Rodolfo Usigli, Salvador Novo, Germán List Arzubide,
Ángel Salas y Ramón Alva de la Canal; también recuerdo a Arqueles Vela, al
hermano de Arzubide, Armando [List] Arzubide, y a Diego Rivera, porque junto con
Lola y Germán Cueto, formaban parte del gremio de Bellas Artes. Eran intelectuales
y artistas que participaban en diferentes áreas artísticas: fueron pintores,
escritores y escultores que Lola Cueto unió cuando se adentró al guiñol.
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Emilio Carballido (1925 - 2008) |
Me
integré de forma oficial al teatro de títeres cuando tenía veinticinco años,
era muy joven. Claro que anteriormente ya había trabajado en el teatro y
conocido a todas estas personas. Ahora verás: yo conocí a Eduardo haciendo
teatro. Lo conocí porque Germán List Arzubide, Armando List, Germán Cueto,
Ángel Salas y otros, fueron a la [Escuela] Secundaria número 6, donde yo
cursaba el segundo año. Allí, mis compañeras eran Mireya Cueto y su hermana Ana
María Cueto. Mireya y yo íbamos en el mismo año, en diferente grupo. Todas
estas personas de teatro llegaron a la Secundaria y fueron a hablar con la
directora Carlota Jasso, que era una persona muy estricta con los alumnos,
porque buscaban a gente que quisiera participar en el teatro.
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Rodolfo Usigli (1905 - 1979) |
A todo
esto, he de decir que a mí me gustaba mucho la declamación y era muy buena; eso
fue muy importante porque me ayudó para el teatro. Había estudiado esto en la primaria
con una maestra que daba el taller de declamación, y adonde nos dejaban ir a
todas mis hermanas y a mí. Ya en la secundaria la maestra Zamora, maestra de Español,
nos pedía que declamáramos o dijéramos una poesía; entonces, siendo tan buena,
siempre me escogían a mí. Por eso, cuando llegaron todas estas personas del
teatro con quienes venían Julio Bracho, Eduardo y uno de sus hermanos -creo que
era Fausto-, y pidieron a una persona que le gustara hablar ante el público, la
maestra Jasso pensó en mí. Ella mandó llamar a los alumnos para que fueran a la
dirección a decir una declamación, y la maestra Zamora me dijo: “A ver, señorita Valiente, usted y... -mencionó
a otras dos chicas que no me acuerdo de su nombre- vayan a la dirección que las mandan llamar”.
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Salvador Novo (1904 - 1974) |
¡Ay,
Dios mío! Yo me quería morir del susto, no sabía qué había hecho. Ya en la dirección, la maestra Jasso hizo la
pregunta: “¿A ustedes les gusta el
teatro?”, y con mucho miedo levanté la mano. “Bueno, pues estas personas que están aquí vienen a buscar a alguien que
quiera trabajar en el teatro; pero teatro infantil y si ustedes quieren pueden
hacer una prueba”. Al referirse a teatro infantil se referían al teatro de
actores, pero para niños, no al guiñol. Así pues nos presentó a todas estas
personas, y nos dijo: “Si les gusta el
teatro y quieren participar van a tener que traerme una carta de sus papás
donde les autoricen a trabajar”.
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Gremán Cueto (1893 -1975) |
Y ahí
fue donde “la puerca torció el rabo”, porque mi papá, una persona de ideas tipo
porfiristas, no le gustaba la idea de que su hija pudiera trabajar en el teatro,
no sé si pensaba que era algo malo o..., no sé; a él le hablabas de religión y
sí sabía, porque estuvo en el seminario conciliar de Jalapa, pero de otras
cosas relacionadas con el arte, pues no; no las consideraba muy importantes.
Pero, a base de llorarle y de decirle que me gustaba el teatro, conseguí que me
diera la carta. Una vez teniendo ya la carta, la directora se puso en contacto
con estas personas y comenzamos a trabajar.
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Julio Bracho (1909 - 1978) |
Cuando
comenzamos a trabajar se instaló en el patio de la Secundaria una carpa y ahí
ensayábamos, sobre todo con el maestro Julio Bracho. De las obras que recuerdo
estaba “El poder de la mujer”. Después de un tiempo, también llegó a trabajar
ahí gente de la Universidad, y comenzamos a presentar nuestras obras.
Yo
seguí con lo mismo de la declamación y, por eso, Eduardo se comenzó a fijar en mí,
pero enfocándose al trabajo del teatro, de hecho él fue el que le dijo a Germán
Cueto que quizá yo sería buena para trabajar en el teatro guiñol, porque yo hablaba
muy bien en público y lo dominaba. Así, el maestro Germán Cueto me invitó a
trabajar en el teatro de muñecos, por unos poquitos centavos.
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Lola Cueto (1897 - 1978) |
Yo no
sabía qué era eso del guiñol bien a bien, sin embargo, acepté. Una mañana, me
llevaron a [la calle de] Mixcalco [número] 12, que era donde vivía [el
matrimonio Cueto] Lolita [y Germán], y donde tenían el taller y el teatro. No
recuerdo el año exactamente pero estaba por terminar el periodo presidencial (1
de diciembre de 1934 al 30 de noviembre de 1940) de [Lázaro] Cárdenas. El
maestro Cueto, que en verdad sí era todo un maestro, me presentó con Lolita
diciéndole que yo era la chica que podía ayudar con la obra que iban a montar.
En esa ocasión era “La Caperucita roja”. Me dieron el papel, lo aprendí, lo
estudié, me enseñaron los movimientos, las cosas que podía hacer, y así inicie
con el teatro. Así era el guiñol en esos días.
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Grupo El Nahual. De izquierda a derecha.
De pie, Paquita Chavez, Lola Cueto y Roberto Lago.
Abajo, Eduardo Contreras y Guillermo Torres López. |
En esa
época, Lolita era la directora y los demás integrantes eran Paquita Chávez, “El
Chato” López y Eduardo Contreras. Había otros grupos como el de Loló Alva [de
la Canal], que era el [grupo] “Comino” y el que dirigía [Graciela] “Gachita”
Amador, pero yo no los conocí porque no estaba dentro de ellos. Claro que todos
estaban dentro de Bellas Artes.
En esa
época yo entré a participar en el grupo “El Nahual”, pero de forma no oficial. Yo
los ayudaba, más bien, con funciones particulares y me pagaban $15.00 pesos. Y
eso, no muy seguido, porque yo seguía en la escuela. Después me fui a la [Escuela]
Normal de Maestros, estuve como dos o tres años, pero a mi papá no le parecía, decía
que estaba perdiendo el tiempo y me mandaron a la Escuela de Medicina a estudiar
enfermería homeopática. Al mismo tiempo que realizaba estos estudios seguía en
el teatro, pero en el de actores, donde dirigían Julio Bracho o [Rodolfo] Usigli,
y también Eduardo estaba ahí, él hacía muy buenos papeles… ¿qué puedo decir, si
fue primer actor de Bellas Artes, dirigido por Salvador Novo?
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Los hermanos Fausto (i) y Alfonso Contreras en
el grupo "Comino", que dirigió Loló Alva de la Canal. |
A
diferencia de mí, Eduardo y sus hermanos sí seguían en el guiñol, nada más que
Fausto y Alfonso trabajaban con Loló Alva de la Canal. Ellos hicieron una labor
muy bonita, les gustaba mucho estar ahí; considero que los Contreras siempre
estuvieron cerca del teatro guiñol, porque se identificaban con la labor y con
los objetivos que este tipo de teatro perseguía. Se tiene que recordar que el guiñol
tenía una carga ideológica “comunistoide”,
diría yo, y si no, ahí están las obras de [Germán List] Arzubide, como la de “Petróleo
para la lámparas de México” y algunos de sus “Cominos”, que manejaban los términos de la educación socialista, característicos
de la época, eso es algo muy importante, porque eso también influyó para que el
guiñol fuera muy aceptado.
Al
mismo tiempo que estábamos en el teatro, todos seguíamos con otros estudios. Eduardo
estaba en la ESIME (Escuela Superior de Ingeniería Mecánica Eléctrica) y yo, en
la Escuela de Enfermería. Cuando estaba haciendo la obra “Los guardianes de la
virtud”, en el Teatro Orientación, nos hicimos novios, y cuando él terminó sus estudios
de ingeniería, nos casamos y nos fuimos de la capital durante cinco años, porque
a él lo mandaron llamar por parte de una empresa minera.
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Germán List Arzubide (1898 - 1998) |
Cuando
estaba por tener a mi primer hijo fue que decidimos regresar, y yo quise de
nuevo retomar lo del teatro y casualmente me reencontré con Germán List Arzubide, platicamos y él me llevó con el maestro
Antonio Mello, subdirector de Bellas Artes. Así obtuve mi plaza en el guiñol.
Al día siguiente me presenté con Lola Cueto. Para ese momento ya no vivía en [la
calle de] Mixcalco, sino en la calle de Misisipi, [número] 78.
Cuando
me reincorporé al grupo “El Nahual”, en el año de 1944, aproximadamente, sus
integrantes eran Lolita Cueto, Roberto Lago, [Francisca “Paquita” Chávez] y
Guillermo Torres López. Lolita era la directora y luego, Roberto Lago. A partir
de aquí lo que hice ya fue oficial.
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Roberto Lago (1903 - 1995) |
La
organización del trabajo se daba de la siguiente manera: primero se escogía la obra
y, de acuerdo a los personajes, a nuestras voces y habilidades, escogíamos quién
hacía determinado personaje. He de reconocer que el que tenía muy buena voz y
dicción era Guillermo Torres López, y Paquita Chávez también era muy buena.
Sólo
por dar un ejemplo de esta forma de trabajo: se escogía “Los músicos de la aldea”,
veíamos quién podía ser el burro, el gallo,...etc. y se leía y releía la obra,
le hacíamos modificaciones, la arreglábamos y escogíamos a los muñecos, los cuales
hacíamos entre todos y ya entonces veíamos qué papel nos tocaba a cada uno.
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El taller del guiñol |
Para
hacer los muñecos, primero se forjaba el muñeco, se hacía en plastilina, y luego
el vaciado [en yeso]. En mi caso, Lolita fue la que me enseñó a vestir y pintar
los muñecos. Recuerdo que el encargado del taller era Juan Guerrero, que hizo
cosas muy bonitas y muy bien hechas (sic). Él hacía el muñeco y Paquita y yo
los vestíamos bajo la dirección de Lolita y, claro, los demás pintaban. Los
muñecos se hacían en específico para cada obra y se creaba el repertorio
completo. Después se utilizaban los muñecos que ya se tenían o simplemente se
daban retoques, o en caso de estar muy maltratados se hacían nuevamente. En
general el trabajo se repartía de acuerdo a las habilidades de cada quién.
Después
vinieron otras personas que también trabajaban muy bien, como Pepe Díaz y Ramón
Alva Hernández, este último ya fue mucho más adelante pero la organización del
trabajo siempre siguió los mismos pasos.
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Las Lagarteranas
Muñecos y Coreografía de Lola Cueto. |
En
cuanto a cómo organizábamos un programa, se veía las obras que ya teníamos
trabajadas, en eso se enfocaba más Roberto Lago; aunque la estructura en
general siempre era la misma: primero la obra grande, como por ejemplo “El viejo,
el gallo, el gato y la zorra”, luego el baile como “Las Lagarteranas”, “Los Marineros”,
“Las Gallinitas”, “Los Jardineros”; luego venía una obra corta y, eso sí, al final,
en el caso de mi grupo, siempre se ponía una ronda que se llamaba “El Nahual”.
Con el tiempo todo fue cambiando conforme el grupo lo iba decidiendo, se aumentaba
un baile, se quitaba una obra, pues material había mucho.
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Ensayando.
De izquierda a derecha, el Chato López, Paquita Chávez,
Pepe Díaz y Lucrecia González Valiente. |
Ya que
se había hecho la parte creativa nos íbamos a trabajar a las escuelas que habían
sido avisadas por parte de Bellas Artes. Esa parte era ya cosa administrativa y
nosotros no nos metíamos mucho, [Roberto] Lago era el que se encargaba de
mandar los programas y ver a dónde íbamos.
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Campaña de alfabetizacion en Santa Cruz Etla, Oaxaca 1946
A la izquierda, Lucrecia González Valiente |
Con el
guiñol visitamos muchos sitios, escuelas, hospitales, orfelinatos, también llegamos
a ir a las cárceles, recuerdo que así conocí [El Palacio Negro de] Lecumberri [originalmente
construido como penitenciaría y actualmente sede del Archivo General de la
Nación]. Era interesante y bonito ver cómo se divertían los hombres y las
personas que estaban ahí. A los niños y adultos siempre les gustó y se
divertían mucho. Claro que contábamos con programas especiales y obras más
acabadas y grandes como el “Don Juan Tenorio”, o el “Gorgonio Esparza”. Una de
las anécdotas que recuerdo con mucho cariño fue cuando se presentó precisamente
el “Don Juan Tenorio” en el TEC (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores)
de Monterrey. ¡Cómo se reía la gente! Pepe Díaz era
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Personajes de Don Juan Tenorio |
Ciutti y yo Doña Brígida
y aunque del grupo éramos los más jóvenes en ese momento, al ver la reacción de
la gente nos crecíamos junto con el muñeco. El entusiasmo del público siempre fue
tanto que, cuando se molestaban con algún personaje, nosotros pagábamos las
consecuencias al recibir todas las cosas que a veces les aventaban.
Finalmente,
todo era el cariño de los niños y la reacción de las personas ante una forma de
teatro que siempre inculcó valores y se mantuvo cerca de ellos. Después de
mucho tiempo de trabajar, murió “El Chato” López y quedamos en el grupo Lago,
Paquita, Pepe Díaz y yo, y mucho tiempo después comenzaron a entrar otras
personas que a veces no estaban de forma permanente en el grupo, pero que
pertenecían al área de teatro o al Departamento [de Teatro del INBA]. Ellos
llegaban a ayudar y hacían las cosas como uno les decía -como Paco Ornelas y [Gabriel]
Jotar- a ellos se les daba y se les debe dar crédito, porque trabajaban igual
que una. En la última etapa del grupo “El Nahual”, yo quedé como Directora y ahí trabajé con Ramón Alva Hernández,
Rosita [Alva Hernández] y Alicia Hernández [Miranda], esos son algunos de los
nombres que me asaltan en este momento. Al final mi grupo quedó con Norma
Ramírez, Pepe Pereyra, Tito Díaz y Pepe Calderón, con quienes también trabajé
mucho tiempo, montamos espectáculos muy grandes y participamos en festivales. Con
ellos fui al Festival [Internacional] Cervantino y también hicimos muchas
giras.
Claro
que las giras se hicieron desde el inicio tanto al interior de la República como
al extranjero. Yo recorrí gran parte de la República con el guiñol y, bueno, al
extranjero casi no fui, a excepción de la [gira] que hicimos a Arizona, pero el
público siempre nos recibió muy bien. Nos daban alojamiento y comida, el idioma
nunca fue un problema, pues la mímica de un muñeco es suficiente, siempre y
cuando transmita la esencia de lo que se quiere dar a entender. La mímica y el movimiento
son base de este lenguaje.
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Lucrecia González Valiente
(1918 - 2015) |
En mi
caso, lo que puedo decir del teatro guiñol es que desde muy joven me vi involucrada con él hasta el día que me
jubilé en 1985. Estoy muy contenta de poder decir que Eduardo y yo participamos
en una labor tan bonita e importante que ayudó a dejar tantas cosas buenas.
Fueron más de cuarenta años de mi vida los que le dediqué y donde tuve
oportunidad de conocer a muchas personas valiosas y vivir muchas experiencias,
creo que está por demás decir el mucho cariño que le tomé…”
Una gran historia, el inicio de nuestro teatro guiñol y de todos sus protagonistas... Gracias por compartirla con nosotros, el gran legado que dejan debemos de reconocerlo para que perdure su magia por siempre. Gracias Doña Lucrecia Gonzalez Valiente y todos los participantes en este gran arte.
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