domingo, 15 de mayo de 2011

EL MUÑECO COMO INSTRUMENTO DE EXPRESIÓN

(El guiñol frente a la marioneta)

Les compartimos un texto, una reflexión de Mireya Cueto (una de las titiriteras más importantes de México, hija de los artistas precursores del Teatro Guiñol Mexicano, Germán y Lola Cueto), publicado en los cuadernos de teatro de la UNAM (1965).

Mireya Cueto

 No cabe duda que el muñeco guiñol, igual que un instrumento musical, es de hecho, un medio material de expresión de la sensibilidad. Pero la comparación, aunque válida, no es sin embargo exacta. Porque sucede que en la anatomía del muñeco se cumple ya la primera fase de esa expresión; porque el muñeco es un medio de transmisión y al mismo tiempo de creación. Él mismo tiene personalidad, es hasta cierto punto autómata y de su propia expresividad depende en gran parte la del animador.
Si el animador crea su propio muñeco, si lo construye, realiza la primera parte de su expresión; y cuando lo anima, no hace sino completarla. Esto es naturalmente lo mejor. Entonces el instrumento, la materia animada que es el muñeco -animada en el sentido de alma- se convierte en el puente para la expresión profunda.

Titiriteros fundadores del Guiñol Mexicano
en el taller. Al centro, Lola Cueto.
Y muchas veces el animador profesional o aficionado no es ni siquiera consciente de hasta qué  punto se expresa a sí  mismo al través del muñeco, de hasta qué punto revela su vida interior. Claro que el muñeco no es tampoco el instrumento de un test psicológico sistematizado, ni preciso, ni completo, pero sí revela ciertas regiones de la personalidad. Sin meternos en muchas profundidades psicológicas y con sólo una observación superficial es fácil descubrir a través del muñeco, la generosidad o la falta de generosidad, el grado de libertad y de confianza en sí mismo o bien la tendencia a la mecanización, a la repetición y a la rutina; y quizá muchas otras cosas más que tocan a la emotividad y que sólo pueden ser instruidas por el observador, tales como el grado de vulgaridad o de refinamiento, por ejemplo.
Pero también sucede que el muñeco puede resultar un mal instrumento, un instrumento que no se conecta, que no tiene nada que ver con el animador, con su sensibilidad. Claro que esto llega a pasar cuando el muñeco ha sido ideado por otra cabeza y hecho por otras manos.
El animador puede, en ocasiones, identificarse con muñecos que no están hechos por él; los siente como instrumentos adecuados a su expresión. Hay entonces entre ellos -muñecos y animador- una corriente de simpatía, aun si el papel que desempeñan es negativo (una madrastra, un brujo, un lobo malo...). Otros muñecos le son indiferentes, no estimulan su expresión pero tampoco la impiden del todo; sólo tiene que poner algo más de su parte, hacer un esfuerzo para simpatizar con ellos (como sucede con algunas personas). En fin, quedan los muñecos que le son francamente antipáticos. En ese caso, es conveniente no tratar de animarlos; todo esfuerzo por expresar algo será vano; es como si a un pianista se le diera un piano desafinado, con teclas de menos.

Ariel Bufano
 Lo anterior nos demuestra, justamente, que la relación entre un muñeco y el animador es personalísima, subjetiva y profunda, aunque se esté diciendo bobadas con el muñeco. Precisamente la falta de solemnidad del muñeco (sin restarle seriedad) hace posible la expresión libre, sin pretensiones de lo "más" verdadero, de lo mejor o de lo peor.
En suma, la actuación que en el actor depende de él mismo y del director, en el animador depende, además, del muñeco; o mejor dicho, del acuerdo entre el animador y el muñeco.

Diferencias entre la marioneta (muñeco de hilos) y el muñeco guiñol (de guante).

¿Hasta qué punto lo que llevamos dicho puede aplicarse a la marioneta? Establezcamos antes las diferencias entre las marionetas y el muñeco guiñol. Alejandro Jodorowsky (artista chileno radicado en México durante largos años) comenta que el mimo y el muñeco guiñol son perfectamente afines: ambos son terrenos y no se despegan del suelo. En efecto, el mimo da la idea de que sube una escalera pero no la sube. El mimo ha renunciado a la palabra, al disfraz, a la utilería, se ha autolimitado para darle una mayor dimensión a la imaginación. El mimo no representa, sugiere.

Alejandro Jodorowsky
El muñeco guiñol es también limitado; ni siquiera tiene cuerpo, pero lo sugiere. No tiene pies, pero camina, corre, brinca, se desliza. Como el mimo, sus limitaciones hipertrofian la imaginación; también como el mimo, le son permitidos todos los absurdos más uno: el de poder desaparecer, esfumarse en el suelo.
La marioneta, en cambio, es aérea como el bailarín, quien también parece sostenerse milagrosamente en el aire. La expresión del bailarín respecto del mimo es menos subjetiva, menos imaginaria y más técnica (o sea que un bailarín que no domina su técnica estará en la imposibilidad de expresarse profundamente a sí mismo).


Marionetas en escena.
Esta misma relación existe entre la marioneta y el muñeco guiñol. La marioneta sí tiene cuerpo. Su anatomía, por caricaturesca que sea, es humana y sus posibilidades de movimiento y de acción son casi las mismas que las del cuerpo humano, más, naturalmente, la posibilidad de volar por los aires, de perder y recuperar la cabeza, o los brazos.
Pese a la capacidad del absurdo de la marioneta, ella misma no está basada en el absurdo de, por ejemplo, caminar sin pies. Es pues en general realista y por ello la dimensión imaginaria es más reducida.
Entre la marioneta y el espectador media la gran habilidad técnica del marionetista. Por el contrario, en el muñeco guiñol no hay ninguna técnica que admirar. Una marioneta hábilmente manejada puede sostenerse en escena aun sin espíritu. El simple muñeco guiñol se sostiene por su espíritu. Quizá este sea el secreto de su mayor capacidad de comunicación con el espectador. El espectador, adulto o niño, se entrega al muñeco porque no está mediando entre ambos la admiración de una técnica difícil.


Marioneta de la marioneta,
un muestra de habilidad en
la manipulación.
Con esto no pretendo menospreciar, por deformación profesional, la magia propia de la marioneta. En otros sentidos, sus recursos son mayores, tiene un radio mayor de acción, de posibilidades. Las marionetas, más cercanas al actor de carne y hueso, pueden representar con mucho éxito una pequeña ópera; pueden ponerse más fácilmente al servicio de grandes autores, porque, además, disponen de un escenario que reproduce en miniatura el del teatro de actores.

Títeres alemanes de técnica guiñol (guante)

El muñeco guiñol es sintético, tiene que recurrir a la imaginación del animador y del público. Por eso el público colabora con el muñeco y determina a veces su acción. De modo que las posibilidades de expresión y de acción del muñeco dependen también de la sensibilidad del espectador. El guiñol tiene que integrar al público en la obra, tiene que valerse del diálogo, de la comunicación con el público; por eso su modo de expresión es más personal.


El candor del guiñol