jueves, 15 de junio de 2017

A 70 años de distancia... Una historia peculiar.

Compartimos con ustedes el texto de la crónica que publicó el poeta venezolano, Héctor Guillermo Villalobos, el 10 de marzo de 1947, con motivo de la llegada de el Grupo El Nahual del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), de México, a Caracas, Venezuela, invitados por el Ministerio de Educación de ese país hermano.


Nota: La inserción de las fotos es nuestra.




Murciélago, de "Botón de Oro y la Luna"



TÍTERES PEDAGÓGICOS

Por Héctor Guillermo Villalobos (*)


De izquierda a derecha: Pepe Díaz, Marcos González,
Guillermo Torres López, Roberto Lago y Lola Cueto.

El miércoles por la noche en el Centro de Cultura Popular, asistimos a un espectáculo que ya teníamos casi olvidado. Una exhibición privada de Teatro Guignol, organizada por el Patronato Nacional de Alfabetización. Se presentó el conjunto mexicano recién llegado a nuestro país, bajo la dirección del veterano Roberto Lago. Son catorce años de fervorosa experiencia, de tenacidad ejemplar los que lleva esta gente mexicana en la rigurosa disciplina del Guignol. Catorce años de magisterio popular, bajo la bandera alegre de la Revolución, que en su patria sigue cumpliendo obra reparadora y gigantesca. Han venido a Venezuela como misioneros de un arte viejo y sin embargo revolucionario. Los tradicionales muñecos de siempre, con su gracia un poco estereotipada, han encontrado nuevos compañeros en tierras de América. Y sin duda llegará el día en que ésta pueda también exportar su Guignol, renovado, diversificado, enriquecido con tipos y costumbres rebosantes de originalidad. Para que aprendan a conocernos mejor aquellos que, precisamente nos interesa más que nos conozcan: los hombres, las mujeres y, sobre todo, los niños de otras lejanas patrias… Por ahora, es ya algo muy positivo que sea de México y no de Estados Unidos o de Europa de donde nos llegue a sembrar ejemplo y afán de emulación esta embajada guignolesca plena de buena voluntad, 

Gladys de Rodríguez con "El lobo", en proceso.

El miércoles tuvimos ocasión de admirar auténtico arte popular en 
los muñecos que dirige el señor Lago. En lo que toca a la técnica es magistral el manejo de los títeres. Las voces justas, admirablemente exactas. El movimiento escénico no deja nada qué desear. El grupo tiene un dominio tal y revela un acoplamiento tan armonioso, que pensamos no tiene nada que envidiar a los más destacados conjuntos de otras naciones de mucha más antigua tradición en el género. Y el secreto está, dese luego, en lo que el Director nos refirió acerca de la manera como este grupo de escritores, actores, pintores –él mismo desde que se inició en 1933- ha trabajado en lo suyo, al calor del más acendrado afecto y de la comprensión más estrecha entre sus integrantes. En esas condiciones –tan raras entre nosotros- es claro que puede cuajar en algo tan efectivo como “El Nahual” el más ambicioso proyecto artístico. Pero con la mezquindad, el egoísmo, la inconstancia y el interés inconfesable –descontando la falta de verdadera cultura, falta propicia al desarrollo del mal gusto- es poco o nada lo que puede lograrse en este o en cualquier otro campo.

El escultor Eduardo Francis con "El leñador"

Después de la simpática e interesante exposición del señor Lago acerca de los antecedentes y desarrollo histórico del Guignol en México, fueron presentadas las piezas El Gallito Vanidoso, El Baile de las Calaveras, el estupendo romance folklórico ¡Ya viene Gorgonio Esparza!, escenificado por [Antonio] Acevedo Escobedo, y el juego infantil El Nahual. Todo el fresco mundo de la fábula revive de nuevo en las encantadoras figurillas de los animales que hablan y razonan, con más gracia y lógica que muchos humanos. El mundo parlanchín del gallinero se pone al servicio de la generosa campaña alfabetizadora en una entretenida comedia llena de color criollo y de ingeniosos chistes aldeanos. El movido “jarabe”, bailado por paisanos que son calaveras, bate, como dentro de una olla de greda, lo pintoresco y heroicamente macabro de la tradición campesina mexicana, con el entusiástico ritmo que no tiene un solo momento de indecisión ni de reposo.

Pero lo que para muchos de los asistentes constituyó una verdadera revelación de extraordinarias posibilidades del Guignol fue la versión dramática del “corrido” ¡Ya viene Gorgonio Esparza! Es algo de un efecto sencillamente asombroso. El realismo y el color en los diversos momentos de la vida y muerte del héroe legendario del Bajío; el movimiento escénico de los personajes, la ejecución acabada de los caricaturescos títeres, los decorados modernos, todo, en fin, contribuye a hacer de esta pieza una pequeña obra maestra del tabladillo guignolesco. En los intermedios entre uno y otro cuadro, los trozos cantados del añejo romance que rememora las hazañas sangrientas del bandido, van haciendo correr, a la vera de las escenas, el hilo continuo del relato romancesco. Entre todas ellas, hay una especialmente, en la que alcanza un grado insuperable la técnica dramática de los animadores de este Guignol. Me refiero a la escena de la noche del aquelarre en que las brujas ensalman y presiden el nacimiento del demoniaco Gorgonio. En ella, el efecto logrado al sugerir serpientes con las manos simplemente enfundadas y animadas de movimientos ondulantes, es estupendo.

El escritor Marcos González y su "Payasito"

Para finalizar, la ronda infantil de El Nahual pone una pincelada candorosa y risueña después del sombrío relato de crímenes y venganzas. La algaraza de los animales del campo nos regresa a la infancia, a la poesía de la vida, al bosque maravilloso de los cuentos y de los sueños.

Nos quedamos meditando acerca de las infinitas posibilidades que se abren a la pedagogía y en especial a la entusiasta campaña de alfabetización de adultos -¡cómo ha de llegarle esto a la gente sencilla de nuestros campos!- con este instrumento precioso que es el teatro de títeres. Estamos seguros que el Ministerio de Educación Nacional sabrá aprovechar al máximo la presencia y colaboración fraterna del conjunto “El Nahual”. Pero también quisiéramos que la permanencia de estos artistas y pedagogos mexicanos nos dejara algo más positivo. El adiestramiento de un grupo de aficionados inteligentes de las filas del magisterio nacional –y hay muchos- que aseguraran la continuidad de un movimiento semejante al de México, al de España. porque quizá la mejor de las cátedras, hoy por hoy y para las grandes masas a quienes necesitamos conquistar primero y alfabetizar después sea el endeble, improvisado y mágico tabladillo de un teatro de títeres. En ellos, como en los inolvidables cuentos de Calleja, de Parrault, de Andersen, como en los muñecos y animalejos del genial Disney, reside el secreto de la recuperación de este hombre desgarrado que es hoy el habitante infeliz de un mundo loco. Es posible –y, ¿por qué no?- que el espíritu incontaminado de los niños salve al hombre y al universo de la crueldad y de la estupidez actuales y de este espantoso final de tragedia griega que todos nos la pasamos presintiendo, pero que a veces, aturdidamente, nos empeñamos en disimular o en olvidar.


De izquierda a derecha: Eduardo Francis (Escultor), Gladys de Rodríguez (Maestra),
Elybeth Hernández (Maestra), Roberto Lago (Director del Grupo El Nahual),
Leticia Escobar (Maestra), Lola Cueto (Directora del Grupo El Nahual),
Elsa Escobar (Maestra) y Marcos González (Escritor).

Den todo lo que sepan y puedan los ilustres titiriteros pedagógicos del México revolucionario, que su memoria se conservará siempre fresca entre los nuestros y los niños venezolanos.


Cabezas y fundas en el taller.











(*)Villalobos, Héctor Guillermo (1911-1986).
Poeta, periodista, pedagogo y político venezolano, nacido en Ciudad Bolívar el 20 de julio de 1911, y fallecido en Caracas el 23 de mayo de 1986. Autor de una brillante producción poética que, hondamente arraigada a las costumbres y las formas de vida de sus compatriotas, exalta el sentimiento amoroso y lo convierte en el eje en torno al cual gira el universo, está considerado como una de las voces líricas más destacadas de la literatura venezolana del siglo XX.
Humanista fecundo y polifacético, cursó estudios superiores de Letras y se graduó como profesor de Lengua y Literatura Española en 1936. Compaginó, a partir de entonces, sus labores docentes con una intensa dedicación al periodismo, faceta en la que sobresalió por sus artículos publicados en la revista Oriflama y, años después, por la fundación del rotativo El Luchador. Al mismo tiempo, mantuvo una tenaz y fructífera dedicación a la vida pública de su nación, en la que fue llamado al Congreso de la República en calidad de representante del Estado Bolívar; posteriormente, fue elegido presidente de dicho estado (1946) y acabó desempeñando elevados cargos dentro de la política nacional, como los de Director de Enseñanza Primaria y Secundaria y Ministro de Educación.
En su faceta de escritor, Héctor Guillermo Villalobos alcanzó un merecido prestigio por algunos poemarios tan elogiados por la crítica y los lectores como En soledad y en vela (1954), Mujer: tú eres la madre tierra (1963) y Barbechos y neblinas (1973). Considerado por algún estudioso de su obra como "el poeta que maneja el romance con mayor destreza en Venezuela" (Armas Chitty), obtuvo, merced al cultivo de este molde estrófico tradicional, algunos galardones tan relevantes en el panorama literario venezolano como el Primer Premio del Ateneo de Guayana -por su romance "Jagüey" (1943)- y el Premio Único del Certamen de Romance Nativista de la Exposición Agropecuaria Nacional -por "Romance para una madre campesina".
J. R. Fernández de Cano.

Fuente: MCNBiografias.com

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