sábado, 14 de agosto de 2010

De El Guiñol de Tito y Tita

Históricamente, el teatro guiñol, como un medio de propagar ideas y de orientar a su público, ha sido y sigue siendo realmente efectivo para la buena formación de los hombres formando toda una educación –ética y estética- en los pueblos; ensalzando el noble proceder, la generosidad, la justicia…, y a su vez atacando la mentira, el robo, el egoísmo o el simple mal hábito en la educación de las formas… atacando todo aquello que después va a dar lugar a conductas desviadas y llenas de confusiones; lo que en última instancia contribuirán a hacer hombres de moral acomodaticia, que no desempeñan responsablemente el cargo –y encargo- que la vida les asigna y con una actitud apática ante su propio existir.

El teatro guiñol puede tener varios aspectos, como pueden ser: la divulgación de costumbres y tradiciones, la educación cívica, la difusión de nociones culturales; en fin, en general la difusión efectiva de información e ideas, lo cual reviste de una responsabilidad enorme a los titiriteros del teatro guiñol.

El público no se identifica de la misma manera con un títere que con un actor. El éxito en la representación de un espectáculo de teatro guiñol depende en gran medida de la libertad en la imaginación del titiritero, que lo llevará a despertar inquietudes a más personas. El teatro guiñol puede ser adaptado para la información de masas, y los personajes que en esto participan cobran vida en el escenario y las palabras adquieren su significado más profundo.



En El Guiñol de Tito y Tita nos hemos especializado en espectáculos con muñecos de guante y tenemos como base de nuestras representaciones “El retablo de la imaginación”, que sigue (continúa) con la línea más tradicional del teatro guiñol mexicano, aquella de los titiriteros de la “vieja guardia”. Los programas se componen de un prólogo de presentación (rutina cómica de principios del siglo XX y que se usa en estas funciones desde sus inicios, en los años 30’s), dos cuentos tradicionales y un número musical o una ronda infantil a manera de entreacto.

En estas funciones de teatro guiñol el público participa activamente durante el desarrollo de las mismas a través de sus intervenciones y propuestas para solucionar los conflictos que las propias historias plantean. El repertorio está basado en obras de la literatura universal y el público las reconoce con facilidad, permitiéndole una pronta identificación con los personajes. Sin embargo, aunque se trata de historias conocidas, las versiones son actualizadas y de gran dinamismo.

Estas son algunas de las historias que tenemos en nuestro repertorio:

o El Conejo Blas
o Cuando Blas perdió su guitarra
o Juanito y los fantasmas
o El viaje a la luna
o La Cucarachita hacendosa
o La crema de zanahoria
o Caperucita roja
o Los tres cerditos y el lobo
o Los cabritos y el lobo
o Meñique y el Gigante
o El gigante Melchor
o Los dos ruiseñores
o Corran, pastores, a Belén

El teatro guiñol, desde sus inicios, nunca ha dejado de cumplir su papel educativo. La historia nos señala que ha instruido a las masas representando las leyendas populares y los hechos históricos, y, en épocas de mayor opresión, ha introducido en sus espectáculos los elementos satíricos, debilitando de ese modo, falsos valores en la conciencia colectiva, explorando los temas con un enfoque crítico. En El Guiñol de Tito y Tita lo practicamos cotidianamente. El teatro guiñol es excepcional porque no recurre a la obsoleta moraleja, sino que penetra en el público con un mensaje de manera plástica y accionada, por lo que puede llegar a él –el público- con grandes posibilidades de fijación, ya que está dentro de esa mezcla de lo real y lo imaginario. Estos espectáculos son ideales –como el viejo guiñol trashumante- para presentarse en parques, plazas, mercados, escuelas, hospitales, etc.

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