miércoles, 18 de agosto de 2010

Ese teatro...


En el amplio universo de la cultura teatral resalta el Teatro de Muñecos Animados o Teatro de Títeres.

Ese teatro, originario de las antiguas culturas, teatro por antonomasia, que ha sido deleite de pasadas y nuevas generaciones, que con sus historias, leyendas, bailes, vive en sus personajes con humor tristeza y pasión a lo largo de sus representaciones.

Ese teatro, suma de todas las artes….

Un teatro que, en un estilo directo, nos brinda la oportunidad de viajar con ellos por el tiempo y el espacio, por los pueblos…

Y hallarlos entre nosotros en figuras articuladas de barro, precolombinas…

Y luego en la maravilla ambulante de los titiriteros feriantes (teatro que nos hace ser buenos trashumantes, buenos trotamundos)…

Y en la inolvidable familia Rosete Aranda…

O los Vallejo Espinal…

Mil detalles más se nos revelan, como las populares publicaciones de Antonio Vanegas Arroyo ilustradas por el maestro Posada…

O el maravilloso mundo del Teatro Guiñol Mexicano…

Un teatro que se muestra pleno, generoso…

Un teatro que nos brinda sus secretos…

Y nos damos cuenta de lo que sucede entretelones. De la anatomía y alma de estos seres: hilos, guante, varillas, resortes teclas, sombras, fantoches…

O en el taller de reparaciones: cabezas, manos, crucetas, fundas, tocados…

Y sabemos de los mil caminos escenográficos: trastos y telones…

Y de que sus animadores son gente de carne y hueso…

Sensibles; buenas personas, buenos artistas…

Porque para ser buen artista, primero hay qué ser buena persona…

Y también nos damos cuenta de que todo tema es bueno para este teatro tan difícil en su sencillez aparente…

Arte colectivo de diálogo constante entre el espectador y los títeres.

Pero (¿por qué siempre ha de haber un pero?) el teatro de títeres se encuentra, como muchas de nuestras especies naturales, en lo que parece un lento pero constante proceso de extinción, debido a que no ha contado con los apoyos necesarios para su crecimiento y multiplicación.

Nos da tristeza notar cómo la estupidez humana ha tratado de sepultar una de las formas más plenas de comunicación y divertimiento y, al mismo tiempo, nos sorprende y alegra, que a pesar de eso florezcan esfuerzos y empeños por difundir, crear, auspiciar este teatro…

Estos artistas, estos titiriteros (trashumantes y estables), aunque caminen por los viejos senderos, mil veces transitados, de brujas con apetecibles manzanas o príncipes azules besando princesas dormidas hace cien años, merecen nuestra admiración.

Y aquí estamos, para continuar con una gran tradición y para colocar, como lo hicieran nuestros maestros, el Teatro de Muñecos Animados en los terrenos del arte, rompiendo lanzas contra la incomprensión, la indolencia, la apatía, la indiferencia; y lucharemos hasta el final para que el Teatro de Títeres en general sea colocado en su justa dimensión, como lo que es, un Arte, dicho así, sin más y con todas sus letras: El Arte de los Títeres..

¡Salud…!

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